Los Pendones y Banderas Mediavales en España,


  Pendones 

El pendón es una insignia propia de la Edad Media. En un principio eran utilizados por los caballeros en sus lanzas para indicar su presencia, entre los siglos X al  XIII. En el Cantar del mio Cid se encuentran referencias, como Mío Cid Ruy Díaz por Burgos entróve, van en su compañía sesenta pendones; lo que indicaría que le acompañan 60 caballeros con sus escuderos, ó Trescientas lanzas son, todas llevan pendón.




En la Edad Media, no existía el concepto de bandera asociado a un territorio. Las unidades de los ejércitos en combate usaban varios símbolos para identificarse: la cruz (en una época muy distinta a la nuestra en la que religión e identidad se mezclaban), los escudos nobiliarios (que identificaban a los aristócratas y simbolizaban sus privilegios) y, por último, los pendones (símbolo de las milicias concejiles, es decir, del pueblo). 





Las guerras medievales no contaban con ejércitos organizados, cada pueblo o cada gremio, solía tener su milicia, que armaba el concejo. El concejo pagaba un pendón que simbolizaba a la localidad que lo llevaba y diferenciaba a los soldados del pueblo, de las tropas señoriales. Cada año el rey, los nobles y eclesiásticos o los concejos, formaban "mesnadas", tropas que servían temporalmente. 

PENDÓN REAL DE LOS REYES CATÓLICOS. 
Se conserva en la Capilla Real de la catedral de Granada

 Las mesnadas iban a la guerra para cumplir sus obligaciones con el rey, pero también (y sobre todo) porque la guerra era su modo de vida. 

Los Reinos de León, Castilla y Aragón lucharon contra los musulmanes en la “Reconquista” por motivos religiosos,  pero no se puede olvidar que el botín era también una de las grandes motivaciones de esta lucha. 





Los únicos soldados profesionales eran los "caballeros" muy escasos en número. Las batallas solían ser muy confusas por la dificultad de distinguir a las fuerzas enemigas; No existían los uniformes y los jefes militares solían cambiar de aliados con gran frecuencia. Para resolver esto se dio una gran importancia a las banderas cuyos colores y escudos heráldicos distinguían en todo momento a unos jefes militares y sus tropas de otros aliados o enemigos. Así nacen en la Edad Media los pendones.


Pendones del Reyno de Leon


 Tiene un mástil que puede medir entre 3 y 14 metros; está fabricada normalmente en “tela de Damasco”, que se caracteriza por un tacto sedoso y adornos vegetales inscritos. 
Una vez terminada la guerra o la cruzada se solían guardar en las iglesias. Con la evolución de villas y ciudades en la Baja Edad Media, el Rey comenzó a conceder Pendones Municipales, para uso exclusivo del concejo o municipio. Su color más usual era el rojo carmesí. Eran el símbolo de un lugar, las gentes de ese concejo se identificaba plenamente y defendían con orgullo. Cuando en la batalla se perdía el pendón, o si caía en manos del enemigo, se procuraba recuperarlo a toda costa. Muchas de las fiestas populares de España tienen como origen la obtención de un pendón o de la recuperación del pendón perdido en batalla. Que luego se exhibían con orgullo en las fiestas populares.






Pendones famosos 


Pendón Real de León.


El ‘Pendón Real’ de León. Es el pendón que se usaba en las proclamaciones de los reyes de León y posteriormente, de España. Aparece en la documentación por primera vez en el reinado del Rey Alfonso VII "El Emperador"(S. XII). 



Cortejo fúnebre de Carlos V con los pendones del 
Reino de Aragón León y Castilla


Era alzado en la Catedral de León cada vez que se coronaba a un nuevo monarca. Hay que señalar que el Reino de León fue, sin ninguna duda, el primero de Europa en usar un signo propio que le identificase. 





Fueron famosos en la Edad Media debido a su enorme tamaño. Muchos de los municipios de la provincia de León conservan su pendón, en dos versiones, uno más pequeño y otro de gran tamaño. 




Pendón de la Conquista (Valencia). 


El Penó de la Conquesta, reproducción fiel de La Señera Real de Jaime I se le concede a la Ciudad y Reino de Valencia por este rey hacia fines de 1238. 

La señal que los andalusíes de Balansiya (Valencia) izaron el 28 de septiembre de 1238 para indicar su rendición a las tropas feudales del rey Jaime I, sobre la torre de Alī-Bufāt, después llamada del Temple, junto a la puerta de Bāb Ibn Sajar, en la muralla de Valencia

El hecho es conocido por la mención que el rey hace en su Crónica


 - E nos fom en la rambla, entre'l reyal e la torre; e quan vim nostra senyera sus en la torre, descavalgam del caval, e endreçam ves orient, e ploram de nostres uyls e besam la terra, per la mercé que déus nos havia feyta -





El monarca avanzó hasta la ciudad de Balansiya (Valencia) para comenzar el asedio, el destacamento  se componía de veinte Caballeros Templarios y la Mesnada Regia se nutría de 130 a 140 Caballeros. El contingente templario que tomó parte en la conquista del Reino de Valencia era más valioso por su disciplina, rapidez de movilización y eficacia, que por su número. Así, lo destacó el propio Jaime I en su Crónica. 


Dicho Pendón pudo ser realizado de forma rápida para que ondeara sobre la torre y decretar   el control por las tropas de la Corona de Aragón. Está hecho de tres tiras cosidas de trapo tosco, de color blanco, que han sido recortadas de forma rápida en forma de bocel, sobre el que se han pintado cuatro barras rojas. Actualmente las franjas blancas están amarillentas por el paso del tiempo. Mide 2 metros de largo, sospechándose que inicialmente sería aun más largo y ha sido recortado, y arriba del todo figura una inscripción de época indeterminada donde dice Año 1238, repartida entre las diferentes franjas amarillentas. Este pendón fue considerado una reliquia y Jaime I ordenó que se conservara en la iglesia del hospital de San Vicente, antiguo lugar de culto cristiano dedicado al patrón de la ciudad, donde quedó hasta el siglo XIX.





Si indagamos en sus orígenes, llegamos hasta los tiempos de Pedro III el Ceremonioso, y concretamente en la época de Jaime I, el uso de las barras o palos de la casa de Aragón varían en su número sin que exista una ordenanza que los regulara. No obstante a ello y dado que las barras o palos papales eran los de 2 rojos sobre tres de oro, sería este el número más usado durante los primeros años de la casa de Aragón hasta que Pedro III, el Ceremonioso, finalmente, cifrara en cuatro los palos de gules sobre 5 de oro, colores que han estado unidos a la casa de Aragón y sus reinos hasta el día de hoy.

Menendez Pidal,  a este respecto, señala que durante todo el reinado de Jaime I de Aragón, el Señal Real contiene dos, tres, cuatro y hasta seis palos.

 Sin embargo la leyenda se adueñó del origen de la enseña aragonesa y lo vinculó a un muy difundido bulo que lo relacionaba con la casa condal de Barcelona, totalmente descartada en la actualidad por la crítica histórica.
Los historiadores Martín de Riquer y Menéndez Pidal ]atribuyen al historiador, conocido por sus fabulaciones e inventos,  Pere Antoni Beuter (1490-1555), en su obraSegunda Parte de la Crónica General de España, impresa en Valencia en 1551, la invención de la leyenda muy difundida que atribuye el origen de las barras de gules en campo dorado a un episodio épico de la biografía del conde Wifredo el Velloso, «Guifré el Pilós», fundador de la casa de Barcelona. Según este relato, Wifredo, tras contribuir en combate a una victoria franca sobre los normandos, recibió del emperador franco Luis el Piadoso un escudo amarillo en premio sobre el cual, el mismo rey pintó, con los dedos manchados de sangre de las heridas del conde, los cuatro palos rojos.





Esta leyenda tal cual, carece de fundamento histórico, pues ni el uso heráldico ni el emperador fueron contemporáneos de Wifredo. Martín de Riquer y Faustino Menéndez Pidal de Navascués consideran que Beuter adaptó para su relato una crónica de laDemanda del Santo Grial en la que se describen las armas de los «Córdoba» de Castilla, que empleaban también palos rojos en su escudo. Posteriormente, el emperador de la leyenda fue sustituido por Carlos el Calvo en un intento de hacerla más verosímil cronológicamente.



El heraldista Armand de Fluvià también señala que dicha acción bélica es «pura invención» y que la concesión de armas al conde Wifredo «no resiste ningún análisis histórico dado que la heráldica todavía no existía en el siglo IX», concluyendo que con anterioridad a Beuter «no se halla ningún rastro de esta leyenda en la historiografía catalana».





La Señera Valenciana o Señera coronada es la tradicional "Senyera", sus colores simbólicos los forman cuatro barras de gules sobre fondo de oro, coronadas sobre franja transversal azul junto al asta adornada con lambrequines, esta bandera contiene franjas rojas sobre fondo amarillo porque en su día Valencia perteneció a la Corona de Aragón, y fue concedida a la ciudad de Valencia por Pedro IV el Ceremonioso, como reconocimiento a la resistencia opuesta por esta ciudad a Pedro I el Cruel de Castilla, durante la Guerra de los dos Pedros (1356-1365), por lo que inicialmente podría haberse tratado de una señal heráldica que fue evolucionando hasta adoptar la forma de una bandera, con una corona sobre las barras de los reyes de la Corona de Aragón, convirtiéndose con el paso del tiempo y en la actualidad en la bandera de la Comunidad Valenciana. En la moharra, sobre el yelmo, un "rat penat", ó murciélago. Esta enseña tiene honores de Capitán General con mando en plaza.




Pendón de Baeza (ó de San Isidoro)


Realizado en el siglo XIV, una tradición hagiográfica legendaria lo remontaba al rey Alfonso VII el Emperador para dar gracias a San Isidoro por ayudarle en la toma de Baeza (25 de julio de 1147), si bien esta batalla históricamente ni siquiera tuvo lugar, pues la plaza pactó su rendición en unas capitulaciones.



    El paño actual es de tela de damasco rojo, en el aparece bordada por ambas caras la efigie del Santo, caballero sobre caballo a galope, le acompaña delante el escudo real de leones y castillos, en lo alto una mano, una espada, unas nubes y una estrella: lo que se supone el brazo de Santiago. 
    El Milagroso Pendón de Baeza presidió todos los triunfos de las tropas leonesas y castellanas, durante la Reconquista. 



Pendón de San Fernando.

Bandera que, según la tradición, trajo consigo Fernando III el Santo, rey de Castilla y León e izó en Sevilla el 23 de noviembre de 1248, fecha de la conquista de la ciudad. 





Pendón de San Fernando es una excepcional pieza de tejido de gran connotación simbólica e importantes valores artísticos. Obra vinculada con corrientes estéticas francesas, formada en origen por cuatro cuarteles en los que se bordaron castillos y leones dispuestos dos a dos y en diagonal por encajado de figuras. Se fecha en la primera mitad del siglo XIII, por lo que se trata de uno de los textiles más antiguos e importantes del patrimonio histórico de Andalucía. 


Como emblema de la ciudad de Sevilla, formaba parte del ajuar simbólico que era exhibido en público en la fecha de la conquista de la ciudad junto a la espada y el propio cuerpo del rey.







Pendón de Orihuela.

Nombrada tradicionalmente como Gloriosa enseña del OriolEstandarte de la Ciudad de Orihuela o Pendón de Orihuela. Se trata de una de las banderas más antiguas de España, incluso más antigua que la Señera valenciana






De forma ordinaria, el pendón de la ciudad es sacado al balcón de las casas consistoriales por el presidente del Cabildo Municipal el día de la reconquista de la ciudad.



La bandera oriolana cuenta con privilegios históricos de no inclinarse ante nadie, salvo ante Dios y el Rey; por ello la bandera está considerada uno de los símbolos de mayor tradición de España. Posee los títulos de Real y Gloriosa.




En torno al año 1400 Orihuela comienza a celebrar las fiestas de la Reconquista. Se tiene constancia de que desde el año 1400 se sacaba la bandera y era portada en un principio por la justicia criminal y al quedar abolido este cargo, por la supresión de los Fueros Valencianos, se encarga esta misión al síndico.


Orihuela tiene desde el 11 de septiembre de 1437 el título de ciudad concedido por el rey catalano-aragonés Alfonso V el Magnánimo. Además de estos también ostenta los títulos de: Muy Noble, Muy Leal y Siempre Fiel, distinciones concedidas en torno a 1380, por el Rey de la Corona de Aragón, D. Pedro El Ceremonioso por la valerosa lucha de la ciudad en la Guerra de los Dos Pedros, contra Castilla. Estos títulos siempre se deben de añadir cuando lo indique el protocolo. Además posee dos lemas "Herodii Duc est" y "Semper prevaluit ensis vester" (siempre prevalecieron vuestras espadas), concedido este último por el Privilegio del Morabatín otorgado por el rey Pedro IV el Ceremonioso en virtud de la importante intervención de Orihuela en la guerra de los Dos Pedros.




La bandera se completa en el remate con el Oriol, que aparece documentado por primera vez en el 1602.









Pendón Verde.



Se conoce como motín del pendón verde al levantamiento popular que tuvo lugar en la ciudad de Sevilla el 8 de mayo de 1521 con motivo del hambre que padecían los habitantes del barrio de Feria. Recibe este nombre porque los amotinados enarbolaron contra las autoridades una enseña verde que había sido tomada a los almohades y que se guardaba en la capilla bautismal de la parroquia de Omnium Sanctorum, situada en dicho barrio.

El pendón verde está cosiderado por algunas fuentes como uno de los antecedentes de la actual bandera de Andalucía.

Los participantes en el motín, descendientes de moriscos y andalusíes, recorren la ciudad y se dirigen hacia el ayuntamiento, al que lanzaron piedras y todo tipos de objetos. El Asistente de la ciudad calma a la muchedumbre ofreciéndole vino. Por el momento se calman, pero el 9 de mayo los ciudadanos se apoderan de armas y piezas de artillería, además liberan a los presos.
Todo esto hace que el Asistente se asuste al parecerse al levantamiento comunero, por lo que llama a algunos soldados y consiguen aplastar la rebelión, además de ajusticiar a los cabecillas.

Se capturan a cuatro de los participes de la sublevación popular y se les realiza un ajusticiamiento por el cual se les cortan las cabezas y las cuelgan en la ventana principal del palacio de los marqueses de la Algaba.





Formas de Pendones y Banderas


Rectangular (bandera).svgRectangular. Es la forma más habitual para las banderas nacionales.
Stendardo (bandiera).svgLa cuadra es una bandera de forma cuadrada.3
Pendón (bandera).svgEl pendón es una bandera rectangular más ancha que larga.
Cornetta (bandiera).svgCorneta es una bandera con el batiente acabado en dos puntas.
Fiamma (bandiera).svgEl grimpolón es un tipo de gallardete triangular de proporciones alargadas.
Gagliardetto (bandiera).svgLa bandera farpada en forma de corneta es una bandera de forma rectangular con batiente acabado en dos puntas.
Guidone (bandiera).svgEl gallardete triangular es un tipo de gallardete.
Pennello (bandiera).svgEl gallardete trapezoidal es un tipo de gallardete.
Piedigallo (bandiera).svgLa farpada en punta doble es una bandera de forma rectangular con batiente acabado en tres puntas.



Anécdotas y Chistes en el siglo XVI-XVII

El genial Francisco de Quevedo (Madrid, 1580-Villanueva de los Infantes, 1645). Gran autor del Siglo de oro, célebre, protagonista de chistes y de anécdotas disparatadas, muy populares y resistentes al paso de los siglos. Fué el literato al que más chistes y anécdotas se han atribuido.
Considerado el maestro de la agudeza verbal en español, demostró su fuerte personalidad e ingenio tanto en su vida cotidiana como en su obra.
Famosas eran sus disputas con Góngora en la que se insultaban con ingenio e ironía,



En una ocasión estaban Quevedo y el joven rey, iban subiendo unas escaleras, y se le desató el zapato [a Quevedo]. Y al atárselo, como se le puso el culo en pompa, le dio el rey un manotazo en el culo para que siguiera, y Quevedo se tiró un pedo.

Le dice el rey:
–¡Hombre, Quevedo...!


Y [Quevedo] contestó:
–Hombre, ¿a qué puerta llamará el rey que no le abran?

En una ocasión un aprendiz de poeta se empeño en leerle un par de sonetos que acababa de componer.  

Cuando acabó la lectura del primero, quiso conocer la opinión del maestro: 

"El siguiente será mejor", apuntó Quevedo 

   -  "¿Como podéis saberlo, si aún no lo he leído?", replicó el aprendiz.  

La respuesta de Quevedo fue la siguiente:

"Sencillamente, amigo mío, porque es imposible que sea peor que el que acabáis de leerme".

Entre sus famosas anécdotas se encuentra la que le sucedió al encontrarse con una mujer en un balcón. La mujer, al ver al escritor, comenzó a insinuarsele hasta que llegó a un punto en el que Quevedo subió al balcón gracias a una polea que había. Lo que ignoraba es que a la mujer le acompañaban unos amigos, que eran quienes tiraban de la polea y que todo era una broma. Cuando recorrió la mitad del tramo que va desde la calle al balcón, dejaron al escritor colgado mientras los amigos de la mujer se reían de él. Esta situación causó gran espectación entre los viandantes, lo que alertó a la guardia nocturna. Cuando llegaron a instaurar el orden preguntaron:
  • ¿Quién vive?
  • Soy Quevedo, que ni sube, ni baja, ni está quedo 



 
Cuentan que en el XVII, momento en el que las medidas de higiene de las ciudades españolas (como las del resto de Europa, no nos engañemos) eran inexistentes, la gente meaba en cualquier lugar, eligiendo casi siempre rincones entre edificios o portadas de las casas. Como medida disuasoria algunos vecinos colocaban hornacinas con santos y cruces y como el respeto que se tenía en esos momentos a la religión era casi reverencial (bueno, y sin casi, que por esas calles andaban los Inquisidores…) la gente evitaba vaciar la vejiga en esos lugares. Quevedo, muy dado a transgredir normas, orinaba siempre en el mismo lugar, el portalón de acceso a una casa. Los dueños, hartos, pusieron una cruz pero ni eso disuadió al literato, así que a la cruz le añadieron un cartel con las siguientes palabras:

"Donde se ponen cruces, no se mea"

De vuelta al lugar, en otro momento de "necesidad", Quevedo no se cortó un pelo, y cual si fuera mensaje de twiter, breve, conciso y certero escribió debajo:
"Donde se mea, no se ponen cruces".




La anecdota más famosa fue la que involucra a la reina. Los amigos apostaron a que Quevedo no era capaz decirle a la reina Mariana de Austria, segunda esposa de Felipe IV, que sufría una cojera.
 A esto Quevedo dijo que era capaz de decirselo en la cara sin que se enfadase. 



 Al parecer, la apuesta aumentó de cantidad ya que según dicen "Mil dineros pusieron sobre la mugrienta mesa y si Quevedo ganaba, recibiría otros mil del Marqués de Calatrava".



Allá fue, pues, nuestro ínclito personaje a cumplir su apuesta:

Llegado el día decidido se presentó Quevedo ante la soberana portando en su diestra una rosa y un clavel en la siniestra.  Ahí estaba toda la corte reunida y ante público tan noble, a modo de testigos, mostró ambas flores a la reina para que admirara su textura y gozara de su aroma y entonces haciendo una reverencia le declaró: 
"Entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad escoja"
 Este hecho de haberse enterado la reina le podía llevar a la horca, pero no se enteró.


- El mismo Quevedo también tenía un problema en el pie que le hacía cojear levemente. Felipe IV admiraba la capacidad para la rima de Quevedo y cómo improvisaba geniales y ocurrentes versos. 

 En cierta ocasión, estando el rey cómodamente sentado, solicitó al poeta que improvisara una rima para él. El autor invitó al rey a elegir el tema del verso diciéndole:  
“Dadme pie Majestad”
El monarca, quiso aprovechar la frase para hacerse el gracioso y le alargó la pierna en alusión a su cojera, a lo que el rimador compuso al vuelo y soltó al mismo rey del Imperio Español, estando este pie en alto, lo siguiente:
“Paréceme, gran señor,
en semejante postura
dais a comprender,
que yo parezco el herrador

y Vos… la cabalgadura”. 

Entendiendo por cabalgadura lo que quiera. Un gran y noble corcel, o quizás un torpe y lerdo asno, que por hacerse el gracioso dio lugar a una pequeña rima a su costa. Fuera lo uno o lo otro, creo que Quevedo quedó encima de aquella cabalgadura. 

Los Castillos Medievales

Los castillos se empezaron a construir en el siglo X. Se construyeron para impresionar, era la casa de un poderoso señor de la guerra y desde él se gobernaba la tierra circundante.

Los primeros castillos sustituyeron a fuertes de madera y evolucionaron haciéndose más sólidos a medida que cambiaban los métodos de guerra.
Para su construcción era necesario el PERMISO PARA ALMENAR.


Este era un permiso de concesión real y se llamaba así porque las almenas hacían del castillo un edificio diferente. Los castillos adulterados (casas fortificadas ilegalmente) podían ser tomados por el rey. Era un documento oficial cuando llevaba el sello del rey fijado con una cinta al pergamino.

ANALISIS DEL CASTILLO

El castillo no respondía a normas o estructuras regularizadas. El constructor sé adaptaba al lugar, al presupuesto y a las necesidades militares del momento.

 


Construir un castillo era muy caro, solo los señores muy ricos y poderosos podían afrontar su construcción, elegían lugares que eran importantes conservar en tiempo de guerra, sus constructores no pensaban solo en tiempo de guerra sino en tiempos de paz. 


El castillo debía de abastecerse de comida y otras provisiones con facilidad, también eran el centro administrativo del señor por lo que estaba a unos días de camino de su territorio. El castillo necesitaba sólido cimientos para soportar el peso de sus fuertes muros, quizás lo más importante junto con las murallas era tener una fuente de agua limpia para abastecerse durante un asedio.

PARTES DE UN CASTILLO



Muros gruesos: que podían tener unos sus 2,5 metros de ancho y los de las torres podían ser todavía más anchos.


Barbacana: Es una obra de fortificación o torre adelantada y aislada, situada sobre una puerta, potena o puente, por lo general situadas fuera de la línea principal de defensa y conectadas a los muros de la ciudad por un camino fortificado. Es una obra de fortificación situada frente a las murallas y protegiendo una puerta de acceso, era a menudo sólo un terraplén adosado al muro junto a la zona más vulnerable del castillo.




Foso: trinchera o gran zanja excavada frente a los muros de una fortificación llena de agua que rodeaba al castillo por los lados que no estaban protegidos por el precipicio. Su misión principal era impedir que las máquinas de asalto se aproximaran a los muros. Los peces y aves del foso servían de alimento.



Puente levadizo: en su posición normal él punte se extendía sobre el foso lleno de agua, cuando el peligro acechaba la guardia lo levantaba.






Murallas: rodeaban al castillo. Eran altas y desde sus torres los defensores podían ver si alguien se aproximaba para dispararle con los arcos o las maquinas de asedio. Según su construcción se distinguían por los aparejos que define tanto el material constructivo: mampostería, sillarejo, sillar, etc. como la forma de disponerlo: Sogán y Tizón, encintado, en hileras etc.


 



Puertas: por lo general era el primer sitio por donde atacar, era fuerte y tenía trampas crueles que esperaban los intrusos.



Rastrillo: protegía a la puerta de los ataques invasores. Tenía forma de reja y estaba hecho con madera de roble, recubierto con láminas de hierro para prevenir que fuera incendiado.


Aspilleras: Abertura por las que disparaban los arqueros, se ensanchaban hacía el interior para que el arquero pudiera disparar sin exponerse a que le disparasen, también servían para dejar pasar la luz y el aire. 


Tenían como función proteger a los defensores, algunas tenían orificios, como troneras para las armas de fuego o saeteras para lanzar armas arrojadizas.



Almena: Remate dentado de los muros de una fortificación. Tramo mazizo del antepecho o parapeto que sobresale de este para la protección del defensor. Existen muchos tipos de almena cuya función común es la de proteger al defensor del atacante. 
Los remates se denominan albardillas si son piramidales con vierteaguas a dos o a cuatro aguas. En ocasiones los huecos contaban con parapetos de madera abatibles, presentando las almenas ranguas para su basculamiento.



Adarve: o camino de ronda, donde se resguardaban los defensores, era un conjunto de parapetos a veces almenados por donde se desplazaban los 



defensores, con un paradós interior. 

 
 En muchos castillos es cubierto o a la barbeta, ciego o aspillerado, incluso colgado o volado. Configurando cadahalsos, ladroneras, matacanes y escaraguaitas.




Torre del homenaje: Torrejón o torre destacada de la fortaleza que contenía por lo general las salas nobles. 

 Era el último reducto de defensa y podía aislarse del resto de la fortaleza, en ella vivían el señor y su familia situada en corazón del castillo, si el castillo era atacado los defensores se retiraban a ella y luchaban hasta el final.


Torre caballera:
Construcción que destaca sobre el terrado de otra torre de mayor superficie y volumen.

 




Escaraguaita:

Antecesora de las garitas aspilleradas del siglo XVI. Se trata de un borje o pequeña torre maziza sujetadas sobre una repisa de lampetas, situado normalmente en las esquinas o al medio de los paños, de forma cilíndrica, sobre una lámpara o sobre ménsulas o canecillos, y que sobresale del antepecho por encima del adarve. En España se da a partir del siglo XV, lo que sirve en ocasiones para fechar una construcción.

 
Construcción del castillo
En su construcción había diversos oficios:



Canteros: se dividían en 3 grupos:


Maestro cantero: estaba muy bien pagado. Podía ser extranjero que viajaba de castillo en castillo supervisando su construcción.


Cantero experto: cortaba la piedra en la forma requerida.


Aprendiz de cantero: cortaba formas sencillas y preparaba el trabajo al experto.


Herrero: cualquier objeto metálico era caro porque para trabajar el hierro se necesitaba gran cantidad de combustible. Para extraer 25 kilos de hierro se necesitaba un roble grande. Una de sus principales trabajos era hacer clavos ( los tornillos no se inventaron hasta el siglo XVI). Como no eran suficiente fuertes primero se hacia un agujero con una barrena. En el casillo de YORK tenía almacenados 43.000 clavos en el año 1327.


Aserradores: algunas serrerías estaban junto al castillo, pero los aserradores también trabajaba en los bosques donde derribaban los árboles y los cortaban en tablones más ligeros.


Todos los artesanos solían hacer sus propias herramientas, sus formas variaban de un lugar a otro y no había diseños universales.

Gran parte de las piedras del castillo provenían de sus cercanías. Su transporte se realizaba con carros tirado por bueyes.



No todas las piedras servían para los muros del castillo las piedras duras de granito que eran muy difícil de trabajar. Estaban construidos con sillares pulcramente dispuestos, entre ellos había un relleno de mampuesto ( piedras de distinto tamaño y calidad, unidas con morteros). Este mortero era transportado por chicos en cestos. Después los muros se enlucían con una mezcla de arcilla, estiércol animal y crines de caballos para hacerlos resistentes al agua.