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Anécdota del Sultán

Una sabia y conocida anécdota dice que en una ocasión, un Sultán soñó que había perdido todos los dientes.

Después de despertar, mandó llamar a un Adivino para que interpretara su sueño.

-¡Qué desgracia Mi Señor! -exclamó el Adivino- Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad.

¡Qué insolencia! -gritó el Sultán enfurecido- ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡¡Fuera de aquí!!!

Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos.

Más tarde ordenó que le trajesen a otro Adivino y le contó lo que había soñado.

Éste, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo:

-¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que sobreviviréis a todos vuestros parientes.

El semblante del Sultán se iluminó y con una gran sonrisa…

…ordenó que le dieran cien monedas de oro al segundo Adivino.

Cuando éste salía del palacio, uno de los guardias le dijo admirado:

-¡No es posible!. La interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que la del primer Adivino. No entiendo por qué al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro.

-Recuerda bien amigo mío - respondió el segundo Adivino - que todo depende de la forma en que decimos las cosas…. uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender el arte de comunicarse.

Analicemos nuestra capacidad personal de comunicación: ¿Comunicamos? ¿Nos comunicamos? ¿Bien? ¿Qué y a quiénes? ¿Nos dejamos comunicar? ¿Qué y de quiénes? ¿Nos hace bien esa comunicación? Revisemos todos los esquemas de nuestra comunicación.

Historia de Santa Bárbara



Historia de Santa Bárbara


Fragmento del manuscrito publicado en el siglo VII por el escritor griego Simeón de Metaphrastes, biógrafo de Santos.
"Durante el reinado de Maximiano en la ciudad de Nicomedia (actualmente Izmit, Turquía) había un hombre muy rico llamado Dióscuro quien era pagano, supersticioso y estaba abocado a seguir la errónea costumbre local de adorar dioses irreales. Dicho personaje tenía una hija muy hermosa llamada Bárbara a la cual celaba sin motivo alguno. Había quedado huérfana de madre a los siete años, y muy joven, se había convertido al cristianismo. Para evitar que Bárbara tuviera contacto con la gente, Dióscoro hizo construir una torre muy alta y allí encerró a su hija hasta que decidió entregarla en matrimonio a uno de los príncipes que la pretendían atraídos por el misterio que rodeaba su encierro. Ante la situación el padre de Bárbara un día se dirigió a ella y le dijo:

"Hija mía, los príncipes de comarcas lejanas y cercanas han llegado hasta aquí para pedir tu mano, por ello te ruego que me digas que quieres hacer ante esta situación".

Al escuchar a su padre Bárbara sintiéndose ofendida le contestó:

"Padre mío, mi decisión es no casarme, pues nunca he pensado en ello, así que te ruego que no me obligues a hacerlo".
Realmente hablaba en serio, ella vivía pensando en llevar una vida perfecta sumida en la búsqueda del verdadero y único Dios, por lo tanto pensaba que si accedía a las proposiciones de los príncipes se alejaría de su meta: el acercamiento al ser supremo. Esto decepcionó tanto a Dióscoro que fue a vivir a un país lejano por un tiempo. Bárbara ante la ausencia de su padre aprovechó para colocar una cruz en el baño y añadió una ventana más a las dos que ya tenía la torre para así simbolizar a la Santísima Trinidad. Luego de esto Bárbara fue bautizada y siguiendo una de las costumbres místicas de San Juan Bautista sólo comía miel y langostas. Luego del bautizo de Bárbara dicho baño, que estaba formado por una serie de piscinas, quedó consagrado y se sabe que allí los ciegos de nacimiento recobraban la vista. En ese momento ya Bárbara estaba fortalecida por su fe lo cual la ayudó a vencer al demonio y esto lo demostró cuando reaccionó ante los ídolos paganos de su padre escupiéndolos y diciéndoles:
"Todos aquellos a los que vosotros habéis inducido en error y creen en vosotros serán como vosotros".
Luego de ocurrir esto se retiro a orar y a venerar a Dios en la torre y en ese momento fue consagrada por el espíritu santo y adquirió la gloria espiritual que poseen todos los santos.
En el año 235 D.C su padre regresó del viaje y ya había culminado la reestructuración de la torre y éste le preguntó a los obreros:

"¿Por qué habéis hecho tres ventanas?,
y ellos sorprendidos contestaron:

"Porque su hija nos lo ordenó".

Ante esto Dióscoro mandó a llamar a Bárbara para definitivamente conseguir una respuesta al dilema que se le había presentado con las tres ventanas. Cuando su hija se presentó le hizo la misma pregunta y la respuesta fue la siguiente:

"Mandé a hacer una ventana más para que fueran tres, porque tres ventanas dan luz a todo el mundo y a todas las criaturas, en tanto que dos ensombrecen el Universo".
Entonces se dirigió con ella a los baños y le preguntó, con gran ánimo de que le aclarara la situación, por qué una tercera ventana si con las dos que habían llegaba suficiente luz al lugar, y Bárbara respondió:

"Esas tres ventanas representan claramente al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, los cuales son tres personas en un solo Dios, en el que debemos creer y al único que debemos adorar".

La reacción de Dióscoro fue violenta, tanto así que saco su espada para matar a su hija allí mismo, pero la ya consagrada virgen comenzó a orar y milagrosamente levitó por los aires gracias a la protección divina y llegó volando a una lejana roca inmersa en las montañas. Testigos de esto fueron dos pastores que la vieron volar y a su padre persiguiéndola preso de la ira.
Al llegar a las montañas Dióscoro la tomo por los cabellos y decidió llevarla para ser juzgada y limpiar su propio nombre ante la gente de la ciudad. Bárbara fue apresada y enjuiciada, en ese momento dándole una nueva oportunidad de que recapacitara ante su creencia de la existencia de un solo Dios, el juez le dijo:
"Así pues, elige entre sacrificar a los dioses y salvar tu vida, o morir cruelmente torturada", y Santa Bárbara respondió: "Me ofrezco en sacrificio a mi Dios, Jesucristo, creador del cielo, de la tierra y de todas las cosas".
Esa fue su sentencia, después de ser apaleada y torturada durante días, la santa tuvo la visión del señor Jesucristo en la prisión. Pasaron los días y como Bárbara mantenía su posición ante el castigo, el juez decidió que fuese decapitada por la espada. En ese momento Dióscoro segado por la obsesión de limpiar su nombre arrebató a Bárbara de las manos del juez y la llevó a la cumbre de una montaña junto a otra mártir llamada Juliana. En el camino Santa Bárbara se alegró porque sentía que se aproximaba el premio a su devoción por Dios y mientras su padre la arrastraba hacia la montaña hizo la siguiente oración:

"Señor Jesucristo, Creador del Cielo y de la Tierra, te ruego que me concedas tu gracia y escuches mi oración por todos aquellos que recuerdan tu nombre y mi martirio. Te suplico que olvides sus pecados, pues tu conoces nuestra fragilidad",
en ese momento escuchó que desde el cielo provenía una voz que le decía:

"Ven Bárbara, esposa mía, ven a descansar en la morada de mi padre, que está en los cielos, yo te concedo lo que acabas de pedirme".

Después de esto fue decapitada por la mano de Dióscoro, su propio padre, junto a Juliana, recibiendo las dos en ese momento la corona del martirio. Luego de haber finalizado el horrendo crimen Dióscoro comenzó a bajar de la montaña y en el camino fue fulminado por un rayo que descendió de los cielos, cual fuego celestial.
Santa Bárbara fue sepultada junto a Santa Juliana por un noble de nombre Valentino en un pequeño pueblo donde posteriormente ocurrieron muchos milagros".Desde entonces una Torre, un Cáliz, una Espiga y una corona son sus símbolos, y la recordamos cuando truena. La Iglesia Católica nominó a Santa Bárbara Santa Protectora contra rayos y tormentas. En cada lugar, región o país ha tenido un culto para la protección contra el trueno y la tormenta, así en la invocación más generalizada y conocida es:
“Santa Bárbara bendita,
que en el cielo estás escrita
con papel y agua bendita.
En el ara de la Cruz,
Pater noste(r), amén Jesús”
Plegaria campesina con la que se solicitaba la ausencia de granizo en Cantabria, para proteger la cosecha de maíz:
“ Ay, gloriosa Santa Bárbara,
ten compasión de nosotros:
danos agua sin la piedra,
que acaba con los panojos.”
En el Pirineo aragonés decía así:
“Santa Bárbara bendita,
que en el cielo estás escrita
con papel y agua bendita.
Jesucristo está enclavado
en el árbol de la cruz,
Páter noste amén Jesús”
En Asturias con esta variante:
“Santa Bárbara bendita,
que en el cielo estás escrita
con papel y agua bendita.
Santa Bárbara doncella,
líbranos de la centella
y del rayo mal parado.
Jesucristo está enclavado
en el ara de la Cruz.
Paternoste, Amén Jesús.”
Y finalmente en Benizar a Santa Bárbara:

Santa Bárbara Bendita,
flor para el cielo cortada,
que diste el cuello al verdugo,
por darle a Jesús tu alma.
El pueblo de Benizar
con sus festejos te aclama
y te alza sobre estos valles
como reina coronada...
Sus extensos olivares
son la alfombra de tus plantas...
Los pinos, los encinares,
sonoros sus ramas alzan
para hacerte arcos de triunfo
cuando por los valles pasas...