Perdonando con el mismo espíritu


El rabino Nahum de Chernobyl vivía siendo ofendido constantemente por un comerciante. Un día los negocios de este último comenzaron a andar muy mal.

“Debe de ser el rabino, que está pidiendo venganza a Dios”, pensó. Y fue a pedir disculpas a Nahum.
- Yo te perdono con el mismo espíritu que tú me has perdonado – respondió el rabino.

Isaac muere


Cierto rabino era adorado por su comunidad, todos se quedaban encantados con lo que decía.
Menos Isaac, que no perdía oportunidad de contradecir las interpretaciones del rabino, señalar los fallos en sus enseñanzas. A los demás les indignaba esta actitud, pero no podían hacer nada.
Un día Isaac se murió. Durante el entierro, la comunidad notó que el rabino estaba profundamente triste.
¿Por qué tanta tristeza? – comentó alguien. – ¡Él vivía señalando defectos en todo lo que usted decía!

- No me lamento por mi amigo que hoy está en el cielo – respondió el rabino. – Me lamento por mí mismo. Mientras que todos me reverenciaban, él me desafiaba y yo estaba obligado a mejorar. Ahora que ya se fue, tengo miedo de parar de crecer.

Un Hombre, su caballo y su perro

Un Hombre, su caballo y su perro iban por una carretera. Cuando pasaban cerca de un árbol enorme cayó un rayo y los tres murieron fulminados.
Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales( a veces los muertos andan un cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva condición…)
La carretera era muy larga y colina arriba. El sol era muy intenso, y ellos estaban sudados y sedientos.
En una curva del camino vieron un magnífico portal de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro.
El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada y entabló con él, el siguiente diálogo:
Buenos días.
Buenos días - Respondió el guardián
¿ Cómo se llama este lugar tan bonito?.
Esto es el cielo.
Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos!
Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera. Y el guardián señaló la fuente.
Pero mi caballo y mi perro también tienen sed…
Lo siento mucho – Dijo el guardián – pero aquí no se permite la entrada a los animales.
El hombre se levantó con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber sólo. Dio las gracias al guardián y siguió adelante.
Después de caminar un buen rato cuesta arriba, ya exhaustos los tres, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puerta vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles..
A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero. Posiblemente dormía.
Buenos días – dijo el caminante.
El hombre respondió con un gesto de la cabeza.
Tenemos mucha sed, mi caballo, mi perro y yo
Hay una fuente entre aquellas rocas – dijo el hombre, indicando el lugar.
Podéis beber toda el agua como queráis.
El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron su sed.
El caminante volvió atrás para dar gracias al hombre
Podéis volver siempre que queráis – Le respondió éste.
A propósito ¿Cómo se llama este lugar? – preguntó el hombre.
CIELO.
¿El Cielo? Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el Cielo!
Aquello no era el Cielo. Era el Infierno – contestó el guardián.
El caminante quedó perplejo.
Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre! ¡ Esta información falsa debe provocar grandes confusiones! – advirtió el caminante
De ninguna manera! – increpó el hombre
En realidad, nos hacen un gran favor, porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar a sus mejores amigos…

UN CUENTO DE NAVIDAD

Siempre esta viva la fe en el corazón de los hombres...

Dijo el sacerdote al ver la iglesia llena. Eran de un barrio muy pobre, reunidos esa noche con un solo objetivo común: la misa de navidad. Se sintió muy confortado. Con paso digno, llegó al centro del altar. a, b, c, d,...

Era, al parecer, un niño el que perturbaba la solemnidad del oficio. Los asistentes se volvieron hacia atrás, algo molestos. a, b, c, d,...

¡Para! - dijo el cura. El niño pareció despertarse de un trance. Lanzo una mirada temerosa a su alrededor y su rostro enrojeció de vergüenza.

¿Que haces? ¿ No ves que perturbas nuestras oraciones?

El niño bajo la cabeza y unas lagrimas se deslizaron por sus mejillas... ¿Donde está tu madre? - insistió el cura.

¿No te ha enseñado a seguir la misa?

Con la cabeza baja el niño respondió: Perdóname padre, pero yo no he aprendido a rezar. He crecido en la calle, sin padre ni madre. Hoy como es navidad, tenia la necesidad de conversar con Dios. Pero no sé cuál es el idioma que ÉL comprende, por eso digo sólo las letras que yo me sé. He pensado que, allá arriba, ÉL podría tomar esas letras y formar las palabras y las frases que más le gusten.

El niño se levantó. Me voy - dijo -. No quiero molestar a las personas que saben tan bien cómo comunicarse con Dios.

Ven conmigo - le respondió el sacerdote. Tomó al niño por la mano y lo condujo al altar. Después se dirigió a los fieles. Esta noche, antes de la misa, vamos a rezar una plegaria especial.

Vamos a dejar que Dios escriba lo que ÉL desea oír. Cada letra corresponderá a un momento del año, en el que lograremos hacer una acción, luchar con coraje para realizar un sueño o decir una oración sin palabras.

Y le pediremos que ponga en orden las letras de nuestra vida. Vamos a pedir en nuestro corazón que esas letras le permitan crear las palabras y las frases que a ÉL le agraden.

Con los ojos cerrados, el cura se puso a recitar el alfabeto.

Y, a su vez, toda la iglesia repitió: a, b, c, d,...

Historia de Santa Bárbara



Historia de Santa Bárbara


Fragmento del manuscrito publicado en el siglo VII por el escritor griego Simeón de Metaphrastes, biógrafo de Santos.
"Durante el reinado de Maximiano en la ciudad de Nicomedia (actualmente Izmit, Turquía) había un hombre muy rico llamado Dióscuro quien era pagano, supersticioso y estaba abocado a seguir la errónea costumbre local de adorar dioses irreales. Dicho personaje tenía una hija muy hermosa llamada Bárbara a la cual celaba sin motivo alguno. Había quedado huérfana de madre a los siete años, y muy joven, se había convertido al cristianismo. Para evitar que Bárbara tuviera contacto con la gente, Dióscoro hizo construir una torre muy alta y allí encerró a su hija hasta que decidió entregarla en matrimonio a uno de los príncipes que la pretendían atraídos por el misterio que rodeaba su encierro. Ante la situación el padre de Bárbara un día se dirigió a ella y le dijo:

"Hija mía, los príncipes de comarcas lejanas y cercanas han llegado hasta aquí para pedir tu mano, por ello te ruego que me digas que quieres hacer ante esta situación".

Al escuchar a su padre Bárbara sintiéndose ofendida le contestó:

"Padre mío, mi decisión es no casarme, pues nunca he pensado en ello, así que te ruego que no me obligues a hacerlo".
Realmente hablaba en serio, ella vivía pensando en llevar una vida perfecta sumida en la búsqueda del verdadero y único Dios, por lo tanto pensaba que si accedía a las proposiciones de los príncipes se alejaría de su meta: el acercamiento al ser supremo. Esto decepcionó tanto a Dióscoro que fue a vivir a un país lejano por un tiempo. Bárbara ante la ausencia de su padre aprovechó para colocar una cruz en el baño y añadió una ventana más a las dos que ya tenía la torre para así simbolizar a la Santísima Trinidad. Luego de esto Bárbara fue bautizada y siguiendo una de las costumbres místicas de San Juan Bautista sólo comía miel y langostas. Luego del bautizo de Bárbara dicho baño, que estaba formado por una serie de piscinas, quedó consagrado y se sabe que allí los ciegos de nacimiento recobraban la vista. En ese momento ya Bárbara estaba fortalecida por su fe lo cual la ayudó a vencer al demonio y esto lo demostró cuando reaccionó ante los ídolos paganos de su padre escupiéndolos y diciéndoles:
"Todos aquellos a los que vosotros habéis inducido en error y creen en vosotros serán como vosotros".
Luego de ocurrir esto se retiro a orar y a venerar a Dios en la torre y en ese momento fue consagrada por el espíritu santo y adquirió la gloria espiritual que poseen todos los santos.
En el año 235 D.C su padre regresó del viaje y ya había culminado la reestructuración de la torre y éste le preguntó a los obreros:

"¿Por qué habéis hecho tres ventanas?,
y ellos sorprendidos contestaron:

"Porque su hija nos lo ordenó".

Ante esto Dióscoro mandó a llamar a Bárbara para definitivamente conseguir una respuesta al dilema que se le había presentado con las tres ventanas. Cuando su hija se presentó le hizo la misma pregunta y la respuesta fue la siguiente:

"Mandé a hacer una ventana más para que fueran tres, porque tres ventanas dan luz a todo el mundo y a todas las criaturas, en tanto que dos ensombrecen el Universo".
Entonces se dirigió con ella a los baños y le preguntó, con gran ánimo de que le aclarara la situación, por qué una tercera ventana si con las dos que habían llegaba suficiente luz al lugar, y Bárbara respondió:

"Esas tres ventanas representan claramente al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, los cuales son tres personas en un solo Dios, en el que debemos creer y al único que debemos adorar".

La reacción de Dióscoro fue violenta, tanto así que saco su espada para matar a su hija allí mismo, pero la ya consagrada virgen comenzó a orar y milagrosamente levitó por los aires gracias a la protección divina y llegó volando a una lejana roca inmersa en las montañas. Testigos de esto fueron dos pastores que la vieron volar y a su padre persiguiéndola preso de la ira.
Al llegar a las montañas Dióscoro la tomo por los cabellos y decidió llevarla para ser juzgada y limpiar su propio nombre ante la gente de la ciudad. Bárbara fue apresada y enjuiciada, en ese momento dándole una nueva oportunidad de que recapacitara ante su creencia de la existencia de un solo Dios, el juez le dijo:
"Así pues, elige entre sacrificar a los dioses y salvar tu vida, o morir cruelmente torturada", y Santa Bárbara respondió: "Me ofrezco en sacrificio a mi Dios, Jesucristo, creador del cielo, de la tierra y de todas las cosas".
Esa fue su sentencia, después de ser apaleada y torturada durante días, la santa tuvo la visión del señor Jesucristo en la prisión. Pasaron los días y como Bárbara mantenía su posición ante el castigo, el juez decidió que fuese decapitada por la espada. En ese momento Dióscoro segado por la obsesión de limpiar su nombre arrebató a Bárbara de las manos del juez y la llevó a la cumbre de una montaña junto a otra mártir llamada Juliana. En el camino Santa Bárbara se alegró porque sentía que se aproximaba el premio a su devoción por Dios y mientras su padre la arrastraba hacia la montaña hizo la siguiente oración:

"Señor Jesucristo, Creador del Cielo y de la Tierra, te ruego que me concedas tu gracia y escuches mi oración por todos aquellos que recuerdan tu nombre y mi martirio. Te suplico que olvides sus pecados, pues tu conoces nuestra fragilidad",
en ese momento escuchó que desde el cielo provenía una voz que le decía:

"Ven Bárbara, esposa mía, ven a descansar en la morada de mi padre, que está en los cielos, yo te concedo lo que acabas de pedirme".

Después de esto fue decapitada por la mano de Dióscoro, su propio padre, junto a Juliana, recibiendo las dos en ese momento la corona del martirio. Luego de haber finalizado el horrendo crimen Dióscoro comenzó a bajar de la montaña y en el camino fue fulminado por un rayo que descendió de los cielos, cual fuego celestial.
Santa Bárbara fue sepultada junto a Santa Juliana por un noble de nombre Valentino en un pequeño pueblo donde posteriormente ocurrieron muchos milagros".Desde entonces una Torre, un Cáliz, una Espiga y una corona son sus símbolos, y la recordamos cuando truena. La Iglesia Católica nominó a Santa Bárbara Santa Protectora contra rayos y tormentas. En cada lugar, región o país ha tenido un culto para la protección contra el trueno y la tormenta, así en la invocación más generalizada y conocida es:
“Santa Bárbara bendita,
que en el cielo estás escrita
con papel y agua bendita.
En el ara de la Cruz,
Pater noste(r), amén Jesús”
Plegaria campesina con la que se solicitaba la ausencia de granizo en Cantabria, para proteger la cosecha de maíz:
“ Ay, gloriosa Santa Bárbara,
ten compasión de nosotros:
danos agua sin la piedra,
que acaba con los panojos.”
En el Pirineo aragonés decía así:
“Santa Bárbara bendita,
que en el cielo estás escrita
con papel y agua bendita.
Jesucristo está enclavado
en el árbol de la cruz,
Páter noste amén Jesús”
En Asturias con esta variante:
“Santa Bárbara bendita,
que en el cielo estás escrita
con papel y agua bendita.
Santa Bárbara doncella,
líbranos de la centella
y del rayo mal parado.
Jesucristo está enclavado
en el ara de la Cruz.
Paternoste, Amén Jesús.”
Y finalmente en Benizar a Santa Bárbara:

Santa Bárbara Bendita,
flor para el cielo cortada,
que diste el cuello al verdugo,
por darle a Jesús tu alma.
El pueblo de Benizar
con sus festejos te aclama
y te alza sobre estos valles
como reina coronada...
Sus extensos olivares
son la alfombra de tus plantas...
Los pinos, los encinares,
sonoros sus ramas alzan
para hacerte arcos de triunfo
cuando por los valles pasas...

Fondos Medievales del Archivo Municipal de Moratalla

La Historia medieval de Moratalla está indisolublemente unida a la Orden Militar de Santiago. A la llegada de los castellanos hacia 1241-1242, el castillo o hisn de Muratalla estaba adscrito a la medina de Segura de la Sierra, que fue donada por el rey Fernando III a la orden santiaguista. La pacífica capitulación de toda la comarca permitió que la localidad y otras de su entorno (Benizar, Priego) siguieran estando vinculadas a la villa de Segura como aldeas, manteniendo su originaria población mudéjar.

No sería hasta la década de 1250 cuando Moratalla se convirtiese en villa independiente y cabeza de una encomienda. Treinta años más tarde el maestre Pedro Muñiz realizó la primera colonización cristiana del lugar, entregando tierras a los nuevos colonos, al tiempo que iban desapareciendo los nativos musulmanes. En 1293, para consolidar la incipiente repoblación, se le concedería el Fuero de Cuenca, junto con otras franquezas fiscales tendentes a asentar una población estable.

La cercanía de la frontera granadina condicionó el desarrollo de la localidad, que llegó incluso a ser saqueada por las tropas nazaríes al menos en dos ocasiones (1350 y 1447). La construcción de su imponente castillo y de una muralla atestiguan la importancia militar de Moratalla a lo largo de la Edad Media, de tal forma que tras la conquista de Granada la villa comenzó un espectacular despegue demográfico, que rebasó la antigua cerca, pasando de apenas ciento ochenta vecinos en 1468 a trescientos 'unos 1.200 habitantes- a comienzos del siglo XVI.

Esta omnipresencia de la Orden de Santiago en Moratalla, que se prolongaría hasta el primer tercio del siglo XIX, tuvo su natural reflejo en el archivo municipal. Los dos documentos medievales que se conservan emanaron ambos de la citada Orden: una confirmación las ordenanzas de riegos de 1427 y una confirmación de los privilegios de la villa de 1440.