Una canción popular de Al Andalus, es el actual Himno Nacional de España,

Historia Reciente del Himno Nacional
El origen reciente del Himno Nacional está en un toque militar llamado "Marcha de Granaderos", de autor anónimo, que aparece en el "Libro de Ordenanza de los toques militares de la Infantería Española" Año 1761.
Fué declarada Marcha de Honor en 1770 por Carlos III, el arraigo popular hizo de esta melodía el Himno Nacional, porque se interpretaba en los actos públicos a los que asistía algún miembro de la Casa Real.

En 1870 se convocó un concurso nacional para crear un nuevo Himno Nacional. El jurado declaró el concurso desierto por considerar que ninguna de las marchas presentadas superaba en calidad a la "Marcha Granadera", y aconsejó que se mantuviera como Himno.

En 1908 se dispone oficialmente que las bandas militares interpreten la denominada Marcha Real Española y la Llamada de Infantes, ordenadas por el Músico Mayor del Real Cuerpo de Guardias Alabarderos.

La "Marcha Real Española" ha sido siempre el Himno de España, exceptuando el periodo de la II República cuando se adoptó el Himno de Riego.


Descubrimiento Curioso
Ahora casi diez siglos más tarde osea casi novecientos años más tarde, nos damos cuenta al escuchar relajadamente una antigua Núba Andalusí (composición musical andalusí) que es un calco de nuestro himno nacional, que ya tenía una letra original y que fué muy popular en Al Andalus del siglo XI y XII, se tocaba en todas las fiestas de pueblos, bodas y cerebraciones, la canción se llamaba Núba Al Histihlal, con letra de un poema de Ibn Bayyah (ابن باجة), conocido en Al Andalus y en Occidente del siglo XI como Avempace.
Avempace fué una de las personalidades más relevantes de la historia intelectual y filosófica del occidente árabe. Fué el primer filósofo propiamente dicho de la España musulmana, en un momento de máximo esplendor cultural de la Taifa de Saraqusta (Zaragoza).

Letra Original del Himno de España
(traducida al castellano del Árabe Andalusí S:XI)

“Acaso la perfección de la belleza
no te dejó ver el cansancio de mi mente.
Aquel que te envió me respondió
con la somnolencia de mis párpados.
Seguí con las hermosas y vivo esclavo de mis deseos.
¡Si pudiera ver con mis propios ojos a mi Señor!,
¡ay! Si pudiera verlo.

Contemplar tu belleza vivifica mi corazón,
compadécete, tú que das la vida al desfallecido,
tu amor me agotó.
Tu belleza hermosa, por su hermosura es bella,
guía y seductora, locura para el que agoniza de amor.
Aquello que era guía se convirtió en un sueño,
y antes de caer en el amor, él me dominó,
me venció y gozó con su dominio,
penetrando en mi cuerpo.

Quise ser sumiso y no atendió mi deseo.
Si me hubiera escuchado, o hubiera estado cerca de mí,
con su ayuda me habría rescatado.
Contemplar tú belleza vivifica mi corazón,
compadécete, tu que das vida al desfallecido,
tú amor me agotó.”

Puede ser la Letra Original y definitiva del Himno Nacional Español? Mandanos tu opinión.


LA SABIDURÍA DE MAIMONIDES


El famoso filósofo Maimónides era también el médico de cabecera del Rey egipcio. Los otros médicos estaban muy celosos, porque el Rey le tenía mucho respeto y una confianza sin límites. Por esta razóndecidieron preparar su caída.

Una vez los médicos discutieron con Maimónides en presencia del Rey, con la intención de demostrar que éste no tenía idea alguna de la ciencia médica. Ellos afirmaron que la ciencia médica puede incluso devolver la vista a aquellos que han nacido ciegos. Pero Maimónides afirmó que se puede curar a un hombre solamente en el caso de haber quedado ciego por accidente, o por alguna enferme­dad. Sólo en este caso se puede prestar ayuda, pero no se puede ayudar a un ciego de nacimiento.

¿Qué hicieron los médicos? Trajeron delante del Rey a un hombre ciego que atestiguó que él había nacido así. Le pusieron una pomada encima de sus ojos, y el hombre empezó a gritar ¡Ya puedo ver!

El Rey ya estuvo por expresar su desconfianza a Maimónides, pero el médico sacó un paño rojo, lo puso delante de los ojos del ciego - que recuperó su vista - y le preguntó: "¿Qué tengo en mi mano?"

"Un pañuelo rojo" - contestó el hombre.

»

El Rey se dio cuenta en seguida que Maimónides tenía razón. Si el hombre era ciego de nacimiento, ¿cómo podía ser que conozca los colores? Inmediatamente expulsó a los médicos con humillación y vergüenza.

Pero no sólo los no judíos querían poner a prueba la sabiduría médica de Maimónides, sino también sus hermanos de fe.

Entre los muchos enfermos que vinieron a ver a Maimónides para pedir su ayuda, vino un buen día también el poeta Rabí Abraham Ibn Ezra, que era muy pobre. El no estaba enfermo, pero se disfrazó de tal manera que no se lo podía reconocer. Se puso en la fila de los pacientes y esperó a que Maimónides pasara delante de él, lo considere como enfermo y le prescribiera un medicamento. Quería poner a prueba a Maimónides y saber, si éste podría reco­nocer si él estaba, o no estaba enfermo.

Maimónides pasó delante de la fila de los enfermos y le dio a cada uno un papelito en el cual había anotado el medicamento para su enfermedad. También Rabí Abraham Ibn Ezra recibió un pape­lito. Lo abrió con una sonrisa y allí estaba anotada una sola palabra: "kesef" - dinero.

Reconoció Rabi Abraham que no se podía engañar a un hombre como Maimónides.

Perdonando con el mismo espíritu


El rabino Nahum de Chernobyl vivía siendo ofendido constantemente por un comerciante. Un día los negocios de este último comenzaron a andar muy mal.

“Debe de ser el rabino, que está pidiendo venganza a Dios”, pensó. Y fue a pedir disculpas a Nahum.
- Yo te perdono con el mismo espíritu que tú me has perdonado – respondió el rabino.

Isaac muere


Cierto rabino era adorado por su comunidad, todos se quedaban encantados con lo que decía.
Menos Isaac, que no perdía oportunidad de contradecir las interpretaciones del rabino, señalar los fallos en sus enseñanzas. A los demás les indignaba esta actitud, pero no podían hacer nada.
Un día Isaac se murió. Durante el entierro, la comunidad notó que el rabino estaba profundamente triste.
¿Por qué tanta tristeza? – comentó alguien. – ¡Él vivía señalando defectos en todo lo que usted decía!

- No me lamento por mi amigo que hoy está en el cielo – respondió el rabino. – Me lamento por mí mismo. Mientras que todos me reverenciaban, él me desafiaba y yo estaba obligado a mejorar. Ahora que ya se fue, tengo miedo de parar de crecer.

Un Hombre, su caballo y su perro

Un Hombre, su caballo y su perro iban por una carretera. Cuando pasaban cerca de un árbol enorme cayó un rayo y los tres murieron fulminados.
Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales( a veces los muertos andan un cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva condición…)
La carretera era muy larga y colina arriba. El sol era muy intenso, y ellos estaban sudados y sedientos.
En una curva del camino vieron un magnífico portal de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro.
El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada y entabló con él, el siguiente diálogo:
Buenos días.
Buenos días - Respondió el guardián
¿ Cómo se llama este lugar tan bonito?.
Esto es el cielo.
Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos!
Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera. Y el guardián señaló la fuente.
Pero mi caballo y mi perro también tienen sed…
Lo siento mucho – Dijo el guardián – pero aquí no se permite la entrada a los animales.
El hombre se levantó con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber sólo. Dio las gracias al guardián y siguió adelante.
Después de caminar un buen rato cuesta arriba, ya exhaustos los tres, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puerta vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles..
A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero. Posiblemente dormía.
Buenos días – dijo el caminante.
El hombre respondió con un gesto de la cabeza.
Tenemos mucha sed, mi caballo, mi perro y yo
Hay una fuente entre aquellas rocas – dijo el hombre, indicando el lugar.
Podéis beber toda el agua como queráis.
El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron su sed.
El caminante volvió atrás para dar gracias al hombre
Podéis volver siempre que queráis – Le respondió éste.
A propósito ¿Cómo se llama este lugar? – preguntó el hombre.
CIELO.
¿El Cielo? Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el Cielo!
Aquello no era el Cielo. Era el Infierno – contestó el guardián.
El caminante quedó perplejo.
Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre! ¡ Esta información falsa debe provocar grandes confusiones! – advirtió el caminante
De ninguna manera! – increpó el hombre
En realidad, nos hacen un gran favor, porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar a sus mejores amigos…

UN CUENTO DE NAVIDAD

Siempre esta viva la fe en el corazón de los hombres...

Dijo el sacerdote al ver la iglesia llena. Eran de un barrio muy pobre, reunidos esa noche con un solo objetivo común: la misa de navidad. Se sintió muy confortado. Con paso digno, llegó al centro del altar. a, b, c, d,...

Era, al parecer, un niño el que perturbaba la solemnidad del oficio. Los asistentes se volvieron hacia atrás, algo molestos. a, b, c, d,...

¡Para! - dijo el cura. El niño pareció despertarse de un trance. Lanzo una mirada temerosa a su alrededor y su rostro enrojeció de vergüenza.

¿Que haces? ¿ No ves que perturbas nuestras oraciones?

El niño bajo la cabeza y unas lagrimas se deslizaron por sus mejillas... ¿Donde está tu madre? - insistió el cura.

¿No te ha enseñado a seguir la misa?

Con la cabeza baja el niño respondió: Perdóname padre, pero yo no he aprendido a rezar. He crecido en la calle, sin padre ni madre. Hoy como es navidad, tenia la necesidad de conversar con Dios. Pero no sé cuál es el idioma que ÉL comprende, por eso digo sólo las letras que yo me sé. He pensado que, allá arriba, ÉL podría tomar esas letras y formar las palabras y las frases que más le gusten.

El niño se levantó. Me voy - dijo -. No quiero molestar a las personas que saben tan bien cómo comunicarse con Dios.

Ven conmigo - le respondió el sacerdote. Tomó al niño por la mano y lo condujo al altar. Después se dirigió a los fieles. Esta noche, antes de la misa, vamos a rezar una plegaria especial.

Vamos a dejar que Dios escriba lo que ÉL desea oír. Cada letra corresponderá a un momento del año, en el que lograremos hacer una acción, luchar con coraje para realizar un sueño o decir una oración sin palabras.

Y le pediremos que ponga en orden las letras de nuestra vida. Vamos a pedir en nuestro corazón que esas letras le permitan crear las palabras y las frases que a ÉL le agraden.

Con los ojos cerrados, el cura se puso a recitar el alfabeto.

Y, a su vez, toda la iglesia repitió: a, b, c, d,...